El 14 de octubre se reeditó en vinilo el emblemático álbum “Wish you were here”, y el 18 de noviembre del pasado 2016 lo hizo “Animals”, un disco que después de la era del CD y el resurgimiento del vinilo no había sido reeditado en este formato. Por lo tanto es un momento ideal para iniciar un viaje por estas dos joyas de rock progresivo.

Tras el inmenso éxito internacional de “The dark side of the moon” el grupo Pink Floyd se dio cuenta de lo difícil que iba a ser componer algo que estuviera a su altura, lo que les produjo una gran angustia y un bloqueo creativo que nunca habían experimentado antes. Tras pasar los últimos meses de 1973 grabando material para el proyecto “Household objects” (pospuesto desde la época del “Meddle”) que consistía en hacer música sólo con objetos que pudieran encontrarse en una casa, (gomas, peines, vasos, zapatos, papeles, etc) finalmente lo abandonaron y no grabaron nada durante todo el año 1974.

En enero de 1975 volvieron a los estudios Abbey Road con idea de grabar tres temas que llevaban varios meses tocando en directo: “Raving and drooling” (el germen de “Sheeps”), “You gotta be crazy” (el germen de “Dogs”) y “Shine on you crazy diamonds”. Esos temas iban a componer el nuevo LP y es el motivo de hacer un artículo de ambos discos conjuntamente: ¡porque iban a ser sólo uno! “Shine on…” ocuparía toda la cara A, (siguiendo el formato ya usado en anteriores LPs), y los otros dos temas la cara B. El ambiente del grupo era de total ausencia, de falta de motivación, de bloqueo creativo, y notando todo esto Waters reunió al grupo y les propuso, siguiendo con la idea que yacía en “Shine on…”, hacer un disco conceptual sobre todo eso que sentían entonces: sus frustraciones, la presión de la discográfica y del público, la sensación de “estar pero no estar”, (there but not there…). Gilmour prefería grabar lo que ya tenían y así acabar antes, pero Mason y Wright votaron a favor de la idea, con lo cual “Wish you were here” acabó siendo como es ahora, (para suerte de todos nosotros). Dividieron “Shine on…” en dos bloques, (como apertura y final del disco), y empezaron a componer nuevas canciones, para completarlo.Años después, Gilmour reconoció que fue una idea brillante hacerlo así.

Empezaron grabando el tema “Shine on…” completo, (en un principio llamado “Syd’s theme”) usando para el comienzo una de las pocas cosas que se editaron del mencionado proyecto “Household objects”: unos acordes grabados con copas frotadas con un dedo, (a las que luego añadieron los sintetizadores de Wright). Cuando Gilmour tocó (mientras improvisaba) ese riff de cuatro notas, hoy famoso en el mundo entero, Waters quedó fascinado, y le pidió que lo tocara una y otra vez. Esa enigmática secuencia fue el punto de partida para componer todo el resto del tema, en el que se habla claramente de Syd Barrett y de su progresiva ausencia de la realidad. La suite quedó dividida en 9 partes, que en algunas ediciones de vinilo fueron mal numeradas, (según su minutaje) y en algunas ediciones de CDs fueron reducidas tan sólo a dos bloques, renombrados “parte 1 y parte 2”. Aunque la mayoría está basado en un ritmo de 3/4, el solo de saxo y las partes 6, 8 y 9 están en 12/8. La parte 9, al ser instrumental, consta como compuesta sólo por Wright; tristemente fue su último crédito como compositor en el grupo durante los siguientes 19 años. Como curiosidad musical, Wright volvió a meter ese extraño acorde de Miles Davis que tanto le gustaba, (Re7/+9), el mismo que usó en “Breathe”. Es el de casi todas las paradas del primer bloque.

El siguiente tema que grabaron fue “Welcome to the machine”, (originalmente “The machine song”) en el que Waters habla de cómo la industria utiliza y desecha a los artistas según les conviene. Gilmour no estaba contento de cómo sonaba el sintetizador una vez grabado, por lo que inventó una manera distinta de hacerlo (que lo hacía sonar como a través de un ventilador). Después compuso con el VCS3 esa base de fondo, mecánica y rítmica, que va llevando el tempo durante todo el tema, (oscilando de un canal al otro). Por último grabó las acústicas y dos voces en diferentes escalas, (aunque algunos entendidos opinan que la de arriba es la de Waters). La puerta del principio y del final al parecer es una metáfora: como si el narrador fuera “invitado” a entrar a esa maquinaria, de la que finalmente acaba saliéndose bruscamente y huyendo en un coche, (mientras, la gente sigue como en una fiesta, ajena a todo ello). Si se escucha con mucha atención se puede escuchar algo así como el golpe de un bolo, en los últimos segundos de la pista.

Siguiendo con la misma temática se compuso y grabó “Have a cigar”, que en principio Waters iba a cantar antes de darse cuenta de que estaba en un tono muy alto para él, y que además tenía la voz cansada por las duras sesiones previas de “Shine on…”, que tuvieron que acabar grabando casi frase por frase. Aún así lo intentó fallidamente en 55 tomas, la última de ellas en dueto con David, (versión que puede oírse en la reedición de 2011). El cantante Roy Harper, amigo de Waters, estaba en otra sala del estudio grabando su disco “HQ” y pasaba largos ratos con el grupo. Roger le preguntó si se atrevía a cantarla en calidad de “artista invitado”, y Roy aceptó el reto a cambio de “entradas para el cricket de por vida”. Harper grabó su voz en una sola toma, (la 56) dándole el estilo, la fluidez y la fuerza que el grupo buscaba para el tema, por lo que todos quedaron muy satisfechos con el resultado. Waters confesó más tarde estar arrepentido de “haber solucionado el problema” de esa forma, aunque curiosamente muchos que no conocen esta historia creen que es Roger quien canta la canción. Unos diez años después Roy escribió una carta a Roger diciéndole que, dado el inmenso éxito de ventas del disco, consideraba que sería adecuado que le pagara 10.000 libras. Roger nunca le contestó. En la letra incluyó cínicamente una pregunta habitual de las entrevistas, (que por supuesto odiaba que le hicieran): “¿quién de vosotros es Pink?”. Años después fue el nombre que puso al protagonista de “The Wall”: el músico asqueado de su vida como estrella del rock.

Wish you were here”, (originalmente “The squire of Royden”) fue la última canción en grabarse, nacida de otra improvisación de David con su acústica, que Waters animó a que siguiera desarrollando. Roger escribió la letra antes de que David y él acabasen la música, (lo contrario a la forma habitual de trabajar de Roger) y acabó siendo el título definitivo del disco, (que en principio iba a ser “Shine on…”). El tema empieza con el sonido de una radio que va cambiando de emisoras al azar, y al parecer fue grabado en la radio del coche del propio Gilmour. La guitarra empieza como si sonara a través de esa misma radio, (lejos y ausente) e incluso puede oírse ese típico pitido de interferencia de onda corta, (y también la respiración y ruidos que hace David mientras espera el momento de empezar su solo). Aunque la letra obviamente habla de alguien que “ojalá estuviera allí”, (quizás el mismo Syd), por momentos también parece ser un diálogo consigo mismo; como sugiriendo que a veces nos cuesta comunicarnos con otras partes de nuestro propio yo, o nos sentimos disociados. El famoso violista Stephane Grappelli fue invitado, (tras apalabrar un pago de 300 libras) a improvisar algo sobre el tema, pero en la mezcla final su aportación decidió eliminarse, porque sonaba un poco “country”, y no les gustaba cómo quedaba. En la reedición de 2011 incluyeron esa versión inédita, con el violín y una estructura distinta. Si uno escucha muy atentamente el final original, cuando empieza el sonido de viento (de sintetizador) y antes de que empiece a sonar el bajo, se puede escuchar el violín muy a lo lejos. Decidieron no poner su nombre en los títulos de crédito pensando que Stephane podría sentirse ofendido, pero cobró su dinero igualmente.

La portada del disco es un clásico de todos los tiempos, (por supuesto, el hombre quemado también era una metáfora de cómo se sentían) pero lo más curioso de todo es que el vinilo se vendió metido dentro de una funda de plástico negra, con lo que ni siquiera se veía. Según ellos era la manera perfecta de expresar el concepto del disco: ¡Ausencia hasta de portada! Sólo por la presión de la discográfica se añadió a la funda la pegatina de las manos mecánicas que todos conocemos, con el nombre del disco y del grupo.

Con el gran éxito del “Wish you were here” y ya finalizado su contrato con EMI, el grupo decidió comprar su propio estudio, Britannia Row, con idea de gestionarlo y manejarlo ellos mismos. Mason diseñó la construcción del estudio en lo que antes había sido una iglesia, y compraron la última tecnología del momento, incluyendo una mesa de mezclas de 24 canales, (cuando lo habitual por entonces eran 16). Al parecer el estudio era como un búnker, sin ventanas y claustrofóbico, y a menudo se sentían como dentro de una prisión cuando trabajaban allí, (según dicen, especialmente mientras grababan “The Wall”). La calidad del sonido de su siguiente disco “Animals” es, (en mi opinión de músico), muy inferior a la de sus anteriores y previos trabajos. Quizás buscaban un sonido “más crudo” o “punk”, o quizás no supieron sacarle partido al nuevo equipo. (Espero que este nuevo vinilo de 2016 suene por fin como se merece). Con Gilmour y Wright en pleno bloqueo creativo Waters decidió tomar las riendas del grupo, de una vez por todas, (y ya, para siempre). Escribió nuevas letras para las mencionadas “Raving and drooling” y “You gotta be crazy” con el propósito de hacer un disco conceptual basado en “Rebelión en la granja” de George Orwell, en el que retratar a tres tipos básicos de personas: los perros, los cerdos, y los borregos, (una idea que al parecer tenía desde hacía tiempo). Gilmour se enfadó bastante con el tema del reparto de royalties, (lo que aquí llamamos derechos de autor), porque estos se miden por el número de canciones, sin importar los minutos que dure cada una. Al ser coautor de una sola canción, (“Dogs”) y tras decidir dividir “Pigs on the wings” en dos partes, el resultado era que David poseía la mitad de una de las cinco canciones; o sea, un triste 10% del total. Roger también diseñó la famosa portada, rechazando la que les propuso el estudio Hipgnosis, quienes diseñaron las de casi todos los anteriores discos, (un niño viendo a sus padres haciendo el amor). Fueron tres días de problemáticas sesiones de fotos, en el segundo de los cuales el cerdo “Algie” (de unos 15 mts) rompió la cuerda y salió volando hacia su “patria” (Alemania), siendo reportado con gran asombro por varios aviones comerciales. Al final usaron imágenes de los tres días.

Pigs, (three different ones)” habla de la gente que “maneja los hilos” de la sociedad: políticos, embaucadores, dictadores, etc. Seguramente mucha gente, desconociendo la cultura inglesa de la época siempre ha pensado que la frase: “hey you, Whitehouse” hace referencia a la Casa Blanca americana, cuando en realidad se trataba de una mujer que “sermoneaba” con sus ideas puritanas a través de los medios de comunicación de entonces, (más tarde mencionan su nombre, Mary), a la que consideraban “charade” (charada, bufonada), alguien despreciable. Wright usa un sonido de órgano de iglesia, como haciendo alusión a un “sermón” que les da risa y asco. Musicalmente cabe destacar (por lo inusual) que el estribillo tenga tan sólo un acorde y apenas armonía; el excelente bajo “fretless” (tocado por David), ese interludio típicamente Floydiano, y el agresivo solo con “talking box”, que le da ese extraño sonido.

Sheeps” habla de la “masa”, de la sociedad en general, de la gente que se deja llevar y es manejada por los perros y los cerdos. Algunos entendidos sugieren que Waters canta con distinto tono los estribillos, diferenciando a borregos de cabras, (que considera más luchadoras). En el interludio, Mason recita a través de un vocóder una versión ridiculizada del Salmo 23, (“dios es mi pastor…”), mofándose abiertamente de la religión y haciendo un juego de palabras con “pastor”, que puede ser de ovejas o religioso, (igual en español). Finalmente las ovejas y cabras se amotinan y matan a los perros. Wright hace una excelente introducción con el piano eléctrico, en la que puede distinguirse claramente su influencia del jazz. El ritmo del bajo recuerda mucho al de “One of these days”, y fue tocado por David, (Roger sólo grabó una guitarra rítmica). El estribillo también se basa en un sólo acorde, sin duda a propósito para que la armonía final sonara más rica, optimista y apoteósica, (cuando las ovejas se libran de sus opresores).

Dogs” habla de la mala gente que “pisa a los demás” para conseguir lo que quieren: ladrones, estafadores, abusadores y manipuladores en general. A destacar la frase “tienes que ganarte la confianza de la gente a la que mientes, para que cuando te den la espalda, tengas la oportunidad de clavarles un cuchillo”. La canción sugiere que suelen acabar mal: solos, enfermos, sin amigos, alienados y destruidos por su propio odio y falta de escrúpulos. Curiosamente la letra cambia a menudo de segunda a primera persona… ¿Quizás Waters se consideraba a sí mismo uno de esos “perros”…? Es bien sabido que sus compañeros de grupo hacía tiempo que lo creían así. La aportación de Gilmour como instrumentista en esta canción es francamente buena, tanto en acústicas como en eléctricas, y los solos son considerados por sus fans entre sus mejores. También hay que destacar la gran fuerza con la que canta la primera parte del tema, (su única voz solista en todo el disco). El pasaje central, con el sonido del ladrido (modificado a través del vocóder), es francamente angustiante y molesto, y te deja hipnotizado hasta que Wright, hábilmente, va reconduciendo la vuelta al tema con su estupendo solo de sintetizador. El final, al típico estilo de Waters de “enumerar cosas”, (coreado por Gilmour y Wright), es también francamente contundente. Como curiosidad, en ese final dice: “Who was trained not to spit in the fan”, que podría traducirse libremente como: "quien fue entrenado para no escupir a un fan"; algo que Waters acabó haciendo en el último concierto de la gira del “Animals”, y que fue el incidente que le llevó a empezar a trabajar en la idea de “The wall”.

Roger escribió finalmente “Pigs on the wing” para “endulzar” un poco el carácter duro y agresivo del disco en general, dejando abierta la esperanza de que el ser humano puede cambiar, aunque el título parece estar sacado irónicamente de la típica frase “pigs might fly”, (que en español podría equivaler a “cuando las vacas vuelen”). En la letra parece volver a auto-incluirse entre los “perros”. Al parecer Roger estaba empezando una nueva relación sentimental tras su separación, y esto era una especie de canción de amor para ella. Pasaron muchos años hasta que pudo escucharse la versión original de la canción, en una sola toma, con un solo de guitarra eléctrica de Snowy White, (¡no de Gilmour!) entre las dos partes actuales.

Javier Marchante