Imagínate que llevas 40 años en un grupo de esos con glamour y solera, y el cantante ya no da más de sí. ¿Qué haces?

a.- Lo dejas y te vas al bar a tomar unas cañas o, si eres inglés como en este caso, al pub a tomar unas pintas.
b.- Sigues haciendo giras con cantantes invitados ilustres, léase Queen.
c.- Te pones a buscar un nuevo cantante en un grupo tributo que se sepa tu repertorio mejor que tú y sacas un nuevo disco aprovechando la savia nueva, a la Journey.

Y por un gallifante progresivo vestido de blanco, la respuesta correcta es la c.

La historia de Yes es como la de Falcon Crest, sólo que más complicada. Desde que en 1968 un grupo de ingleses se pusieran a hacer el cabra hasta la actualidad, en la banda han ido y venido miembros sin cesar. Incluso llegó a haber 2 Yes por un tiempo porque ni ellos mismos se aclaraban quiénes tocaban en la banda.

Pero la historia es historia y Fly From Here es presente y, esperemos, el comienzo de un nuevo futuro. Así que Jon Anderson ya no canta y es un tipo canadiense llamado Benoit David el que le sustituye. Sustituir al bueno de mr. Anderson es complicado porque su forma de cantar es única. Pero una de las cosas que me gusta de este disco es que el tal mr. David no le imita descaradamente. Bueno, sólo un poco. Sí, que el hombre canta agudo y que se nota que se ha escuchado los discos de Yes tres trillones de veces, pero si lo escuchas detenidamente te das cuenta de que tiene su propio estilo sin desentonar en Yes.

Y de ahí que ojalá este disco no se quede en un disco aislado y solitario, como el Calling All Stations de Genesis, sino en el primero de una nueva etapa para el grupo, como está haciendo Journey, por ejemplo.

Pero todo esto te importa poco o nada cuando la pregunta crucial es: ¿Pero me compro el disco o no? Pregunta un tanto estúpida cuando todos sabemos que ya te lo has bajado de internet. Así que la pregunta, para los más vagos realmente es: ¿Pero me lo bajo o no?

Pues vamos a analizar brevemente el disco. Siguiendo el patrón del buen progresivo que ellos mismos ayudaron a crear, el disco tiene un tema épico de veintitantos minutos (dividido en varias partes) y 5 temas más de duración estándard. Bueno sonido, buena interpretación y buenas composiciones. Yo, personalmente me quedo con el tema épico, pero los demás no están nada mal.

No te quita el hipo, no tiene momentos super memorables que vayan a cambar la historia de la música, pero no sólo está bien hecho sino que gana con las escuchas. Grandes los teclados de Downes y muy presentes en todo el disco. Buenas guitarras de Howe, con un gran sonido y clase. La base rítmica de Squire y White sólida como pocas.

Hay melodías, buenas voces, partes instrumentales más o menos complejas, como no podría ser de otra manera. Vamos, que tiene lo que tiene que tener un disco de Yes, que no es poco. El disco está producido exquisitamente por Trevor Horn, que no sólo produjo varios de los discos de Yes de más éxito en los 80 sino que también cantó para la banda en los tiempos de Drama.

Así que la respuesta a la pregunta crucial es la siguiente. Si eres un fan de Yes, ya estás tardando. Si te gusta el rock progresivo no metalero (Neal Morse, Flower Kings, etc.) tampoco hay duda, hazte con este disco que te va a gustar. Si eres progresivo metalero o por el contrario te gustaban los éxitos poperos de los 80 de la banda (Owner of a Lonely Heart) hay
posibilidades de que este disco te va a aburrir.

Y si eres un tipo que acabas de caer en metalsymphony gracias a la teoría de la improbabilidad infinita del ciberespacio y no tienes ni idea de qué estoy hablando entonces estás de enhorabuena, porque hay una infinita improbabilidad de que este disco te va a abrir la puerta a un mundo lleno de sonidos que desconocías.

Fran Rodríguez

Temas:
1. Overture
2. We Can Fly
3. Sad Night At The Airfield
4. Madman At The Screens
5. Bumpy Ride
6. We Can Fly (Reprise)
7. The Man You Always Wanted Me To Be
8. Life On A Film Set
9. Hour Of Need
10. Solitaire
11. Into The Storm